sábado, 19 de noviembre de 2011
Como todos habrán visto en los diferentes medios noticiosos, la manifestación llevó su cometido y fue todo un éxito. Quiero compartir mi visión con ustedes sobre la manifestación para permitir que todo aquél que estuvo allí pueda también expresar su sentir aquí en el Portal.
Empiezo por decir que para mí fue un momento histórico y tuve la oportunidad de estar allí. Ejercimos nuestro derecho constitucional a la libre expresión. Con esto, no quiero debatir con algunos si estuvo bien o mal porque no estoy aquí para dividir sino para unir. Mucha gente no sabe el trabajo que hay que hacer tras bastidores para que todo salga sin contratiempos. Con sólo dos días para convocar y planificar, la tarea era cuesta arriba y el riesgo era muy grande. El Colegio tenía que trabajar coordinadamente y asegurarse que todo saliera sin errores. El martes, a las 10:00 am, llegué al Capitolio para asegurarme que podría hablar con algunos legisladores para encargarme de que entendieran el valor de la manifestación y que la misma no se mal interpretará. A esa hora, muchos de ellos, todavía no estaban en sus oficinas. En ocasiones estuve sentado en oficinas por largas horas, en pos de hablar con ellos. Visité los hemiciclos para ver cuál era el proceso exacto y ver cuántas sillas había disponibles, de tal manera que no tuviéramos problemas. Una vez concluida mi jornada, llegó el momento de empezar a ver los dentistas llegar animados y, a su vez, listos para ser parte de algo grande.
Sus caras reflejaban la excitación que pueden tener los niños cuando van lograr algo grande en sus vidas. Era preciso ver cómo todos se olvidaron de lo que los separaba para unirse en un propósito, en ese momento no existían nombres que nos distinguiera uno de otro; solamente existían dentistas, con experiencia y con menos edad. Todos luchando hombro con hombro por lo mismo.
Por fin, entraron a la rotonda ‒alrededor de 150 dentistas‒ todos en el tercer piso del Capitolio. Era preciso ver las caras de cada uno de ellos, sus rostros mostraban el deseo de hacer algo diferente de manera ordenada y respetuosa.
Todos entraron al hemiciclo del Senado y también empezaron a llegar policías al Capitolio. Las puertas las cerraron y no dejaron entrar más dentistas. Aumentó mi preocupación de que pudiera habar una acción policiaca y se saliera todo de control. Al mirar por la puerta de cristal del hemiciclo, vi a uno de los empleados del hemiciclo haciendo gestos de enfado mientras miraba a alguno de los dentistas. En ese momento decido entrar a ver qué sucedía. Cuando me acerqué a él, me di cuenta que él estaba airado y molesto. Le pedí que si podíamos salir un momento a hablar y él accedió. Le expliqué lo que iba a pasar y él me contestó que no podíamos hacer eso. Nuevamente, llegó el momento de negociar. Llamamos al Senador Ángel “Chayanne” Martínez y él nos hizo el favor de llamar al Sargento de Armas. Una vez llegó el Sargento de Armas, pudimos dialogar los tres y logramos unos acuerdos necesarios para que la manifestación siguiera en pie según planificada. ¡Se dio la manifestación!
Tengo que admitir que cuando vi a mis compañeros todos de pie, con sus manos amarradas en alto y vendas en sus bocas me sentí tan orgulloso de mi profesión que lágrimas brotaron de mis ojos. Por meses he estado hablando del valor de mantenernos unidos y dejar atrás lo que nos divide y esta manifestación fue todo esto. Recogía los frutos, veía que el mensaje había llegado. No sé para los compañeros que estaban allí, pero yo nunca olvidaré esta gesta.
Al finalizar la manifestación todos los dentistas salieron de manera ordenada, sin causar ningún tipo de disloque a los trabajos. Aunque algunos políticos aplaudieron nuestra hazaña, ninguno de los dentistas asintió al aplauso, ya que nuestra manifestación silente, no era una de carácter político sino para concienciar de una necesidad.
Luego de que el último dentista salió del hemiciclo tuve la enseñanza más importante de la noche. El caballero que inicialmente había estado molesto con la manifestación, se acercó a mí y me dio la mano bajando su cabeza y pidió disculpas. Para mí es importante reconocer la grandeza de este ser humano en reconocer su error y tener el valor de venir a excusarse. Yo sólo le dije, “no hay por qué pedir disculpas, nosotros vinimos en paz y nos vamos en paz, sólo queríamos expresar nuestro derecho a la libre expresión y usted me ha dado una gran lección”.
Ese caballero me enseñó dos cosas esa tarde:
Mi respeto y admiración a este caballero donde quiera que esté.
¡Juntos creando esperanzas, una sonrisa a la vez!
Dr. DANIEL D DIAZ JIMENEZ
Gracias Colegio por apoyarme en mi inquietud. Como puedo hacer lo que amo sino no hay justicia?
Yo comparto Dr Medina como muchos me de mis colegas que eran desde las primeras clases hasta las clasess mas recientes se unieron sin importar sus diferencias para expresar un solo sentir. Atravez de nuestras palabras, nuestro profesionalismo, nuestra esperanza, nuestra union podemos lograr mucho.
Dios sabe nuestra preocupacion.
Estoy Orgulloso de ser dentista de Puerto Rico
Dios Bendiga mi profesion.
Uno somos poco. todos somo lo suficiente como para hacer un cambio.
Tu decides Colega.
sábado, 19 de noviembre de 2011Dra. SAIRA RIVERA SANFIORENZO