La Colegiación de los Dentistas

Un colegio profesional o colegio oficial es una corporación de derecho público de carácter gremial integrada por quienes ejercen las llamadas profesiones liberales y suelen estar amparados por el Estado[1]. La Colegiación responde a la deseabilidad de la autorregulación, son los dentistas regulando a sí mismos en lugar de, por ejemplo, dejar que el Departamento de Salud regule exclusivamente todo lo concerniente a la ética profesional. Otra ventaja es que reúne a los profesionales para defender los asuntos gremiales relacionados a la profesión.

Los dentistas de mi generación damos la Colegiación por sentado. Muchos no conocen la historia detrás de ella. Antes del Colegio éramos Asociación Dental y las principales luchas de principios del siglo XX eran contra las personas que sin ser dentistas ejercían como tal. Convivieron por un tiempo la Asociación Dental y la Asociación Odontológica.

Nos cuenta el Dr. Juan Font Suárez[2] en su libro: “En el año 1939 se exhibió una gran ansiedad por reformar sustancialmente los estatutos de la Asociación Dental y para satisfacer la demanda de la matrícula se obtuvo la ayuda absoluta de la revista Odontología como medio de la comunicación.”

Hubo que dar muchas luchas para evitar que personas sin la preparación o credenciales necesarias obtuvieran títulos de dentistas. Ya la Asociación Dental tenía reconocimiento de la Asociación Dental Americana.

El interés y afán de promover y conseguir una absoluta cohesión y solidaridad en el seno de la clase fue el objetivo principal para que nuestra organización se reuniera –continúa contando el Dr. Font– en convención soberana, a todos los dentistas de la Isla para considerar el Proyecto de Colegiación que se presentaría ante la sesión legislativa de 1940. Aunque la filosofía de la colegiación era favorecida por mayoría, habían dudas entre los miembros. El presidente del Colegio, Dr. Enrique Capó de Ponce, designó una comisión para el estudio y revisión del proyecto. El domingo 3 de marzo de 1940 se reanudaron las labores de la asamblea y se recibió el informe, que se pronunciaba a favor de la colegiación. El primer proyecto –P. del S. 355– fue rechazado por los dentistas porque entre otras cosas, no disponía que la constitución fuera por la mayoría en una consulta directa y porque establecía que el Departamento de Hacienda sería quien cobrara y desembolsaba los fondos.

La profesión estaba muy organizada, trabajando por la defensa de los dentistas y la orientación pública de salud oral. Sin embargo, había divisiones en el seno de la profesión, pues eran varias organizaciones dentales con sus propias prioridades y surgían conflictos.

Un nuevo proyecto de ley da paso a la consulta directa sobre la colegiación: 128 votos a favor, 10 votos en contra y 25 abstenciones dieron paso al nacimiento del Colegio de Cirujanos Dentistas de Puerto Rico.

La Ley Número 162 de 13 de mayo de 1941 crea el Colegio de Cirujanos Dentistas de Puerto Rico (Colegio). Se crea el Colegio como una entidad jurídica o corporación cuasi pública. Los profesionales con derecho a ejercer la cirugía dental en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico son constituidos en el Colegio. El Dr. José Vicente se convirtió en el primer Presidente del Colegio el 28 de diciembre de 1941.

Dispone la Ley Núm. 162 de 13 de mayo de 1941, según enmendada:

“El Colegio de Cirujanos Dentistas de Puerto Rico tendrá como deberes y obligaciones las siguientes:

  1. Contribuir al adelanto y desarrollo de la ciencia y el arte de la odontología.
  2. Elevar y mantener la dignidad de la profesión y sus miembros.
  3. Establecer relaciones con asociaciones análogas de otros países, dentro de determinadas reglas de solidaridad y cortesía.
  4. Laborar por la implantación de leyes estaduales y nacionales adecuadas que respondan a un espíritu razonable y justo y que tengan relación con la profesión del dentista.
  5. Cooperar con la profesión medica y sus aliadas en todo cuanto sea de interés mutuo y beneficioso al bienestar general.
  6. Promover relaciones fraternales entre sus miembros.
  7. Sostener una saludable y estricta moral profesional entre los asociados.
  8. Suministrar los informes que el Gobierno solicite.” 20 LPRA §123.

Además, en la Sección 112 se dispone de varias facultades como establecer reglamento, cánones de ética, protección de su miembros y elección de oficiales.

Desde el mismo primer año luego de la colegiación, el Colegio ha contribuido al adelanto y desarrollo de la ciencia y el arte de la odontología. Con sus convenciones científicas y educación continuada, el Colegio ha cumplido su labor. Nos dice el Dr. Font nuevamente en su libro: “El Colegio trajo una era de mayor entusiasmo en las filas de la odontología, así como lo habían vaticinado sus fundadores. La primera convención anual del domingo 29 de noviembre de 1942, en el Hotel Normandie, de nuestra ciudad Capital, fue una prueba convincente. Se distinguió por su nutrida asistencia, por su espíritu de plena confraternidad y por el respaldo intelectual que mereció de los dentistas puertorriqueños que desempeñaron parte activa en el programa científico de ese año.”

Los deberes encomendados al Colegio han sido cumplidos. Como diría una buena colega y amiga: nos hemos dado codazos en el camino, pero seguimos remando en la misma ruta. Los dentistas seguimos remando hacia el reconomiento de nuestro trabajo y lugar en la comunidad de salud de Puerto Rico, las relaciones con organizaciones locales, nacionales e internacionales, cabildeando activamente por leyes que son de gran transcendencia para nosotros, actividades de educación continuada, ejecución de nuestro código de ética y protegiendo los intereses de la profesión y la salud oral de los puertorriqueños(as).

Durante la historia hemos visto las ventajas de estar colegiados. Las luchas las hemos dado con la fuerza que nos da la colegiación. Podemos comparar por ejemplo con los médicos cuando éstos no estaban colegiados. Siempre logramos objetivos que a ese grupo hermano no les eran fáciles por no contar con el instrumento de la colegiación.

Ahora mismo, que tenemos una demanda de clase contra las aseguradoras se patentiza la conveniencia y necesidad. Ya quisieran las demandadas que se disolviera el Colegio.

El Colegio llegó para quedarse. Los dentistas y el pueblo necesitan al Colegio.

Decimos en nuestro libro: “Debo señalar que la colegiación es un arma poderosa para beneficio de la sociedad a la que los dentistas le servimos y a nuestra profesión. Está en manos de los propios dentistas hacer buen uso del Colegio. Es importante que como profesión valoremos nuestro poder como grupo, nos mantengamos organizados y seamos entes de orientación y educación a la ciudadanía en general. La calidad de nuestros servicios y nuestra participación en los procesos gubernamentales y profesionales es de beneficio para nuestra profesión, para cada uno de nosotros.” [3]

La historia ha demostrado que fue un acierto la colegiación. La profesión está más fuerte que nunca y la salud oral de nuestro pueblo más cuidada que antes. Defendamos esta institución. Que sigamos siendo nosotros mismos los regentes de nuestra profesión y no deleguemos en el gobierno las funciones que por ética y justicia nos tocan a los dentistas mismos.

Referencias

  1. Colegio profesional. (2009, 18) de febrero. Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 23:54, marzo 1, 2009 from http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Colegio_profesional&oldid$189458
  2. Font Suárez, Juan, Historia de la Odontología en Puerto Rico. Instituto de Cultura Puertorriqueña. 1989.
  3. Aymat Santana, Noel, Aspectos Legales de la Práctica Dental en Puerto Rico. Publicaciones Puertorriqueñas 2007.